September 24, 2020

Source: Bigstock

The Italians have voted to reduce their number of politicians by 30 percent. Bravo! Millions will be saved in salaries, pensions, and official allowances of privileged deputies and senators; and, most important, they will stop seeing the mugs of so many incapable politicians. They announced that the measure will be effective in 2023, but I suppose that its splendid capacity for the dolce far niente will extend it even more than Brexit.

Hopefully the same referendum will soon be extended to the rest of Europe, which is dangerously drowning in a dictatorial web of bureaucracy. Especially Spain, where the political class is considered in the polls as one of the major problems instead of the solution. As Julio Camba wrote: “In Spain, the councilman steals like the ox moos.” And every year there are more! The public apparatus grows as much as the private sphere weakens.

In all of social democratic Europe there is a clear excess of politicians, and that translates into excesses of those in charge. They preach everything for the people but without the people (and without a trace of Versailles-like manners). They acquire a status that allows them to serve themselves before serving. They travel around the world, but they do not acquire worldliness. And their favorite hobby, to make it look like they work, is passing laws that often make life more difficult for voters and skeptics alike.

Brussels was also filled with people who were never voted in and came directly from the detritus of the member countries’ political parties. For many years, the cry of condemnation of many internal dissidents to exile has been “To Brussels!” But it is not exactly like condemning them to the galleys. Once they have acclimated to moules-frites, they live very well; and besides, they can devote their efforts to annoying the same people who exiled them.

“They travel around the world, but they do not acquire worldliness.”

So the Italian initiative fills me with hope. Of course, such a measure has been labeled as “populist” by many politicians who are afraid of losing their seats. Even so, the people who invented the panem et circenses voted by a large majority in favor of losing sight of a considerable part of their representatives.

Possibly, the Italians think, before the considerable savings (100 million euros per year), that by reducing the number of politicians they will be able to concentrate better on what really matters; they will be more efficient and will not waste so much time legislating nonsense to screw up the lives of others. And the money saved will be better invested in Education, Health, and Security. This is clearly a democratic high C.

The Italian is practical by nature and knows that money does not bring happiness, but it does calm the nerves.

The wise Taoist Lao Tse recommended 2,500 years ago something perfectly valid today: “Imperceptible government, happy people; solicitous government, unhappy people.” But with time his countrymen forgot the wise advice and decided to join the bloody revolution, and today in China they are absolutely dependent on a very solicitous communist government.

Can the same thing happen again in Europe? The joyful individualism of the West sometimes breaks down into dangerous collective movements. And with such an excess of caring politicians, the bureaucratic dictatorship is already a reality. There are so many confusing laws that one feels like a criminal as soon as one steps onto the street.

But perhaps the Italian measure represents a democratic renaissance. For the time being, it is a wake-up call to the very abusive political class.

(The article in its original Spanish immediately follows.)

¿Exceso de Politicos? Riduzione Alla Italiana

Los italianos han votado reducir el número de sus políticos en un treinta por ciento. ¡Bravísimo! Se ahorrarán millones en sueldos y dietas oficiales de privilegiados diputados y senadores; y, lo más importante, dejarán de ver la jeta de muchos políticos incapaces. Anuncian que la medida será efectiva en 2023, pero supongo que su espléndida capacidad para el dolce far niente lo dilatará aún más que el Brexit.

Ojalá que el mismo referéndum se extienda pronto por el resto de Europa, que se ahoga peligrosamente en una dictatorial maraña burrocrática. Especialmente España, donde la clase política es considerada en las encuestas como uno de los grandes problemas en vez de una solución. Tal y como escribió el Solitario del Palace, Julio Camba: “En España el concejal roba como el buey muge.” ¡Y cada año hay más! El aparato público crece tanto como se debilita la esfera privada.

En toda la Europa socialdemócrata hay un claro exceso de políticos y eso se traduce en excesos de los que mandan. Predican el todo para el pueblo pero sin el pueblo (y sin rastro de modales versallescos). Adquieren un estatus que les permite servirse antes de servir. Viajan por el mundo, pero no adquieren mundo. Y su pasatiempo favorito, para hacer ver que trabajan, son promulgar unas leyes que frecuentemente hacen la vida más difícil tanto a votantes como a escépticos.

Bruselas también se llenó de una gente que jamás fue votada y procedía directamente de los detritus de los partidos políticos de los países miembros. “¡A Bruselas!” ha sido en los últimos años el grito de condena al exilio de muchos disidentes internos. Pero no es exactamente como condenarlos a galeras. Una vez se aclimatan a los moules frites, viven muy bien; y además pueden dedicar sus esfuerzos a fastidiar a los mismos que les exiliaron.

Así que la iniciativa italiana me llena de esperanza. Por supuesto que tal medida ha sido tachada de “populista” por muchos políticos con miedo a perder su butaca. Aún así, el pueblo que inventó el panem et circenses, votó mayoritariamente a favor de perder de vista a una parte considerable de sus representantes.

Posiblemente los italianos piensan, mucho antes que en el considerable ahorro (100 millones de euros por año), que reduciendo el número de políticos estos podrán concentrarse mejor en lo que realmente importa, serán más eficientes y no perderán tanto el tiempo en legislar sandeces para joder la vida de los otros. Y el dinero ahorrado podrá invertirse mejor en Educación, Sanidad y Seguridad. Es claramente un do de pecho democrático.

El italiano es práctico por naturaleza y sabe que el dinero no da la felicidad, pero calma los nervios.

El sabio taoísta Lao Tsé recomendó hace 2500 años algo perfectamente válido hoy en día: “Gobierno imperceptible, pueblo feliz; gobierno solícito, pueblo desgraciado.” Pero con el tiempo sus paisanos olvidaron el prudente consejo, decidieron sumarse a la sangrienta revolución y hoy en China dependen absolutamente de un muy solícito gobierno comunista.

¿Puede pasar lo mismo en Europa? El gozoso individualismo occidental a veces se despeña en peligrosos movimientos colectivos. Y con tal exceso de políticos solícitos, la dictadura burrocrática es ya una realidad. Hay tantas leyes confusas que uno se siente como un criminal nada más pisar la calle.

Pero tal vez la medida italiana suponga un renacimiento democrático. De momento ya ha sido un toque de atención a la muy abusona clase política.

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